¿Y si pudiese borrar tu pasado?
Con cada embiste trato de llegar a una memoria, a aquel que estuvo antes que yo, y borrarlo, quien quiera que haya sido. Borrarlo para siempre de tu memoria, de la memoria de tu cuerpo, de los trazos que lanzaste en su nombre y marcaron al mundo en su nimiedad. Sólo en lo particular puedo ver la grandeza de esas marcas, y sólo yo debo estar mirando tan en detalle las marcas al mundo que se dejaron. Y quiero borrarlo.
Otro embiste, otra memoria que se disuelve en los gemidos que ahoga la almohada, que los muros apagan. Todo se queda dentro de la casa. Ojalá la casa lo fuera todo, lo fuera el mundo y borrar todo en derredor, y sus recuerdos. Sólo ser presente, estar solos en el mundo, todos los mundos, raptarnos de la vida para poder compartirla.
Embate tras embate voy borrando tu pasado, pero también tu presente y ojalá tu futuro. Quiero quitarte del mundo y hacerte solo mía. Cada beso mío quiere rasgar tus labios para quitarles las vestigios de otros labios, limpiarlos de todos los besos que pudiste haber dado, de los que diste, los que recibiste. Sufro las memorias y sus ojos, que me miran, castigando el presente, castigando las acciones, castigando las palabras. Te quiero poseer como ningún otro: con desesperación, rasgando cada parte de mí para dejar salir a aquel que es capaz de rasgarte de tanto amor. Porque te amo y no tengo otra forma de expresarlo, las palabras se quedan cortas. Pero en la noche, en lo más profundo de la noche, llego a ese punto que nadie jamás había querido visitar y que yo trato de alcanzar siempre para ver tu sonrisa. Y con esa sonrisa sé que he logrado mi objetivo, por un momento. Y ese momento no me alcanza.
Mi pasión me quema. Nos quema, en distintas maneras. Ardo de pasión, deseo y locura. La locura de querer tenerte tal cual eres ahora, pero sin memorias, haberte tomado con todo lo que es tuyo, menos los recuerdos que te dan esa posesión. Y poseerte. Quiero tomar posesión de tu cuerpo para habitar tu ser más profundo, adentrarme en tus huesitos, llenarte de mí para llenarte de mí, sin quitarte de ti y llenarme yo de tu compañía.
Me siento desvanecer en la penumbra de este deseo cuando estás lejos. La oscuridad que me rodea se va haciendo espesa, gruesa, irreductible.
Debo saltar al vacío, de tu mano, y sonreír en el camino.
Pero nada se borra, imagino, sólo se agregan nuevas experiencias que reinterpretan las antiguas.