sábado, 28 de noviembre de 2015

Desembarco

Es mejor ahogarse
que nunca embarcar.

E mjor ahoarse
qe nnca embrcr.

Mjr ahorse
q nca ebrcar.

(Realmente creo, en este instante, que embarcarse fue, según veo, una idea malísima, y aun así creo que es mejor haberlo hecho)
(Las experiencias del túnel y el final del camino, del bardo y el sonido y el silencio, quizá la más adecuada de la película de mi vida frente a mis ojos, valen la pena)
(No queda nada, sólo el silencio) (Eso me han dicho)
(Me pregunto si recordaré pensar en todo esto, llegado el momento)
(Silencio)

Nicolás

¿Quién es aquella figura en lontananza
que se aproxima velozmente?
¿Quién es que llega ataviado
con sus mejores y más refulgentes galas?
Nunca se vio, creedme, figura más orgullosa,
ni se verá, caminando hacia este,
el castillo de mi señor.

"Abrid las puertas y que sea bien recibido
y ved sus necesidades satisfechas
antes de que se muestre en mi presencia,
pues para llegar hasta este, mi castillo,
hay miles de varas en despoblado"
dijo el bienamado príncipe,
"No se ha visto nunca caballero más osado...

Las lineas terminan ahí. Nicolás ya está cansado. Un bostezo será su barritum en la batalla que se le avecina. Un aviso de lo que vendrá. Una advertencia.
Se ve como un trazo al final de la última palabra queda alargado desde la última letra hasta el infinito (que es el borde de la hoja). Él se remueve mientras duerme sobre el papel, con el lápiz reposando tristemente en su entrepierna, casi cayendo a cada movimiento que este realiza en sueños. Quizá sea Durandarte esta noche, que pende, levísima en sus manos, de su cinto. Nadie más podría tomarla. Es indestructible. Con ella ha hecho caminos cuando la ha querido secar, alejándose para siempre de ella. También a formado valles en las noches más oscuras y los días más tristes con su filo.
Tizona se ha quedado en su guarda. Dicen que era tradición llevar dos. Los que investigan dicen muchas cosas. Quizá haya sido Balmung la compañera de Durandarte en el desarrollo de otra historia, también inacabada.
Bucéfalo es murmurado en un movimiento, mientras Blancard pasa de largo en el siguiente, Sueña con las quimeras que ha leído por años. Probablemente quisiera nombrar entre ellos a su fiel corcel, el que no existe más que en un cuadro que cuelga, torcido, en la pared que cuida su espalda. Bajo el cuadro, en una plaquita de bronce aparecen las letras que pudieron haber sido un nombre, ahora ya desgastado por el tiempo y el exceso de lustre.
Rocinante no es más que una inspiración larga y leve que se cruza en un suspiro. Resuena "Medio-caballo" en un ronquido que estremece el cuadro hasta corregir su postura.
El único capaz de montar a Medio-caballo debiese ser el Barón, que en su lógica lo ha cabalgado muchas veces, incluso lo ha salvado de morir ahogado. Quizá que proeza haga el Barón esta noche en su cabeza, Quizá se zafe de un bucle temporal, o de un viaje al centro de la tierra salve exitoso por una respuesta hacia el infinito. Tres son las astas de las que aferrarse para salir.
No se puede conversar tranquilo con alguien que conozca las tres astas.
Cuando por fin creo que un hispanoparlante podría decir Sleipnir con facilidad, se abren los ojos de nuestro héroe con la velocidad de un caballo de 8 largas patas, y Durandarte cae mientras Nicolás pestañea.
El lápiz se desarma al chocar con el suelo.
La pesadumbre se cierne sobre su cabeza al ver aquel objeto que lo hace ser en ese estado. Recuerda que Krimilda buscó venganza hasta acabar con todos, incluida ella. Recuerda el dolor de Isolda y Ginebra. Nunca alguien ha tenido tal intensidad de sentimientos por él. Son los tiempos.
Estaba soñando. Soñábase abrazado por una Aldonza. Quizá la mujer que había conocido este último tiempo y con la que llevaban unos cuantos encuentros románticos con resultados favorable. Quizá se encontró con aquello que años atrás le hizo decidirse por el intento de ser escritor, trayéndole de nuevo la motivación para entrar en sus lides personales.
Quizá algún día un juglar cante su historia. Por ahora sólo le quedan los amigos que cuentan sus historias mientras afanan una cerveza.

Ningún caballero bebió nunca tanto
como el altivo caballero en los grandes salones
abiertos de este, el castillo de mi señor,
y estos fueron los sueños que tuvo el osado caballero
mientras el jolgorio arreciaba a su alrededor,
celebraciones en su honor y con su ausencia.

viernes, 27 de noviembre de 2015

Un cocodrilo

Te vi llorar. Una lágrima de cocodrilo.
Yo estaba ciego, al lado, tomando lentamente los sorbos de mi café. Al acabarse el café me serví un té. El té distraía mi mirada, los ojos hundidos en el fondo de la taza. La soledad estaba tras los ojos del cocodrilo que se escondía en el agua enturbiada por el café.
Pudo haber sido distinto el reflejo que me regalaba el turbio café. Tú tomabas café. Lo recuerdo claro por el aroma que expelía tu mirada al lagrimear. Hiede la tristeza como la porquería reunida.
"¡No te vuelvas!"
Mi silencio y mi paciencia se estremecen hasta el límite, sus vibraciones intentan romper la paz mutua (mutua de ellos, el silencio y la paciencia). La voz se me queda cortada a un instante de volar y decir sus pensamientos. ¡Con qué ganas saldrían! Pero paciencia.
No es tanto tu llanto como tu tristeza la que me frenan.
No eres tú, soy yo. Soy yo el que se calma.
Ya no tiene sentido moverse por esto, si no que en contra.
Las manecillas del reloj están tan borrachas en sus permanentes seis y media, como yo en mis medianías.
Mi meridiano es claro como una actitud. No pretendo ser el mejor en una competencia en la que me senté a tomar un café mientras un cocodrilo llora. El resto sigue corriendo, el resto compite. Por algo es el resto.
Yo estoy ocupado disfrutando de los placeres calmados de la paciencia, la calma, el ocio productivo, y tantos otros pecados para la persona actual, Yo pongo mi pausa, Tú pones todo tu tú en el vertiginoso mundo de hoy. La pausa es tan mía, como el enredo que se forma de tus acciones al enfrentarse a tus verdades.
No hay apuro.
Yo no lo tengo.

martes, 24 de noviembre de 2015

Resaca

Vivió un lunes como si fuese domingo.
Despertó con resaca, sin haber bebido nada la noche anterior, a mediodía como si no tuviese que ir a trabajar, bebió litros de agua como si el mundo se fuese a acabar (como si no se fuese a acabar). Paciente. Vaciando el estómago a cada momento. Comiendo pan y fruta, a ver si se le hacía una esponja para el alcohol en el estómago. Se golpeó con el borde de la mesa, la pata de la cama, el pomo de la puerta, etcétera. Fue a la iglesia rengueando y estaba cerrado. Oró en la entrada. Oró...

jueves, 19 de noviembre de 2015

Intento

Me despido
de las entradas
y los principios,
los inicios,
de los finales, entonces,
acepto el eterno curso,
transitando lentamente,
me despido
de las despedidas.

Me despido
también de la rebeldía,
ola de los tajamares,
lluvia de las cordilleras,
gota del mar,
los océanos,
mis padres, mis hijos,
mi trinidad personal,
dejo de levantarme
contra mí.

Me despido
principalmente de mí,
solamente de mí,
de las palabras
que son mi nombre,
el real que vivo,
el que soy,
del romance
y su principio invertido,
que es el mío recto
intento de vida.

domingo, 15 de noviembre de 2015

Sobre la personalidad

Una respiración acompasada con otra respiración al mismo ritmo.
El proceso de transfiguración es lento y engorroso, aunque más rápido que la burocracia en este país, y más efectivo, evidentemente. Es constante en el camino a la revelación del verdadero ser que se subsume a cada partícula de personalidad de este, Es decir, la personalidad no es inherente al ser, solo su esencia, la que, quizá no se expresa en la personalidad del individuo.
Lo esencial está más adentro, creo que la personalidad es una forma de ocultar la esencia, y por lo mismo son irreconciliables. Precisamente porque una cubre a la otra, y aunque existe la posibilidad de que la personalidad que cubre a la esencia sea muy parecida a esta (quizá, incluso, igual), no pueden ser lo mismo. Una es expresión de la otra, pero no necesariamente según patrones preestablecidos que permitan asociar una respuesta esencial en la creación de la personalidad.
Las respiraciones mantienen su ritmo. La calma es la personalidad de la agitación en este momento.

sábado, 14 de noviembre de 2015

Narrador

Me dedico a leer
gran parte del día,
en realidad,
gran parte de mi tiempo,
el que tengo libre,
el resto es dormir,
o la parte autómata
que controla mi día.

Quizá por lo anterior,
o tal vez no,
me reflejo en los
personajes de la historias,
los mediocres,
los potenciales héroes,
los potenciales.

Los narradores mediocres,
contando la historia
desde la distancia,
su propia historia,
con el espacio al medio,
los protagonistas son otros,
por eso me identifico,
la acción es para otros,
ahí me reflejo,
la vida ocurre en otra parte.

jueves, 12 de noviembre de 2015

En el Aula

Alza la mano,
mantenla arriba.

Mi madre me dijo
"se participativo",
habla en clases
eso le gusta al profe,
"pregunta, aunque sepas",
quizá será bueno,
tú habla, pero no mucho.

Aprendí a escuchar,
a decir lo justo,
no sé si estuvo bien,
por el motivo,
algo no me convencía,
entonces, tampoco ahora.

Además,
el dolor del hombro
es latente y potente,
aún hoy,
con el paso de los años,
quizá sea el peso
de las expectativas
de mi madre,
o el dolor
de encontrarse.

lunes, 9 de noviembre de 2015

Prolegómeno

Me demoro.
Recorro pasajes largos antes de tomar los callejones que me llevarán hasta el lugar de la cita. Doy rodeos sin sentido, vueltas ensimismadas, una, dos, tres. Hasta tres vueltas por la misma manzana. Dejo de hacerlo cuando los vecinos que conversaban en la escalera de entrada de un edificio se percatan de lo recurrente de mi presencia, cuando sus ojos me acusan de posible ladrón. Dejo una lata marcada en alguna ventana cercana a ellos. Ya saben, causar un poco de pánico azaroso, un placer singular.
Me demoro.
Apuro el paso, como escapando, como intentando llegar a tiempo a una cita a la que no voy a llegar tarde, es imposible que llegue tarde tomando en cuenta el trayecto y la velocidad, la hora de salida y la hora máxima de llegada. Al menos 30 minutos antes del minuto en que debería salir para llegar justa y precisamente en el instante en que se propuso la cita.
Me demoro.
Camino más rápido hacia atrás, ahora que me devuelvo tras percibir que estoy perdido por seguir unos pasos demasiado estimulantes, unos tacones adelantándome unos pasos, prefijando un nuevo destino, que no era el esperado cuando la puerta golpeó su marco. Retrocedo por donde he venido, no era mi intención seguir otros pasos, la intención era alcanzarla y decir algo, pero sé que no lo haría, no hoy, quizá mañana.
Me demoro
El sudor de la frente, que no es por la caminata larga e innecesaria (aunque no tenga nada de innecesaria desde mi punto de vista), lo seco con la manga de mi chaqueta. Improviso un asiento con su escalera, la de aquellos desconocidos que decidieron tenerla por entrada de sus casas, si es que la utilizan como tal. Sigo secando mi frente con la manga y la manga con el torso de la chaqueta, y entonces recuerdo un pañuelo perdido en mis bolsillos. Está junto con el libro, ese que dejé el bolsillo ancho donde entra justo, apretado junto al pañuelo. Saco ambos. Ambos son para secar mi sudor.
Me demoro.
Son sólo unos minutos, trato de llegar justo a tiempo. y lo hago. No hay nada más que decir. Su respiración agitada, la mía. No hay nada más.

viernes, 6 de noviembre de 2015

Intempestiva

Buena salud,
a veces la tenemos,
siempre la tenemos,
intentamos tenerla,
ya ni lo intento.

¿Sabes?
Fue el último ensayo
y no resultó,
por ningún motivo,
todo iba a bien
hasta que ya no lo fue,
y dejó de serlo,
automáticamente al final.

Caída libre o en picada,
nada de altibajos,
de arriba a la eternidad,
la eternidad de bajada,
el zigzagueo y la linea
que baja, baja, baja,
y bajará hasta no poder
bajar más.

Y no baja.

El vértigo al final,
es perfecto otra vez,
volver a empezar
en otro carro,
sonreír, de nuevo,
otras sonrisas,
las mismas, otras,
no sé, o sí,
a veces, gracias.

Verdad

La humanidad ha pensado las cosas, pensándolas en imágenes, asociaciones de recuerdos y sistemas de pensamiento, pensándolas y sólo eso, Cada cosa en su justo lugar. Pan y vino. Agua y sal. Miel y hojuelas. Cada cosa en su justo lugar. A mi lado la miel de la vida, la sal de la vida. En mi refrigerador una leche que lleva meses agria, y se agría más cada día. Ese es su lugar.
Ese es el lugar de cada cosa. La verdad, la Verdad, con mayúsculas, la que buscan los científicos, probablemente la pasaron de largo en su afán de seguir descubriendo, incluso lo que ya está agotado. Las herramientas se agotan también, muestran realidades creadas especialmente para ver en ellas. La verdad se escondió entre la arena que quitaban para descubrir unas ruinas antiguas, ruinas que quizá son piedras movidas más por el azar que por alguna sociedad antigua, más antigua y más prístina que la última descubierta. 
"Ahora sí nos acercamos al eslabón perdido", se repite cada cierto tiempo. Y después otro más perdido, más eslabón y más antiguo.
En la órbita vuelan las explicaciones, los ovnis (y su posibilidad es innegable), las teorías que rondan por ahí, el pan y circo de nuestros días. El pan de una sociedad que descubrió como acabar con el hambre, así que inventa una forma para excederlo, pasarlo de largo, el sobrepeso es otro descubrimiento, un invento, el exceso de descubrimiento.
El avance por el avance por el avance por el avance. Hasta la eternidad, una linea recta, levemente decadente en un plano cartesiano, que es otro invento para tratar de explicarnos, sin explicarnos, explicándonos a medias, pero no importa mucho, el que quiera entender que entienda y los derechos humanos y las libertades personales individuales.
El hombre y la mujer y la soledad intrínseca que los media. El aire, el viento, las nubes, el cielo, las plantas, algo con lo que hablar en la pieza o en el patio. Solos.
Solo.

martes, 3 de noviembre de 2015

Uno

Quebré la vara con mi espalda. Fue la única defensa posible.
La vara quebró mis costillas. Esa fue su defensa.
Ambos quebrados y defendiéndonos, sólo hubo un tercero en disputa, que era el que la sostenía. Único victorioso del embrollo, y sin ningún esfuerzo real.
Al final siempre te quiebras.
O te quiebran, así te quiebras, quebrándote una parte a la vez.
Aunque todo venga de golpe, me defendí con mis huesos, con el alma, con los músculos tensos. Una a la vez, cada parte, todo en mí se desplomo. Una a la vez. Y yo, uno a la vez. Uno cualquiera.

domingo, 1 de noviembre de 2015

Té de Hoja

El té, demasiado cargado ahora, tiene la textura de la sangre en contacto con mis receptores del sabor, aunque sin su reseco sabor metálico. Aplacando la sed de sangre. Ha sido otro día más lleno de errores, levantarse con el pie izquierdo, blandir la vida con la mano menos hábil (si bien fácilmente podría decirse que no tengo ninguna con esas características).
Él quería hablar, sólo eso. El juego de turnos de diálogo parecía no importarle, es más, cualquier comentario lo negaba con argumentos, comentarios cortantes o simplemente pasándolos por alto tras una pausa de mirada inquietante.
Él quería hablar, sólo eso. Quería hablar él, escuchar el eco de sus palabras en las mías. Ese día yo no quería escuchar, simplemente porque no quería. Menos a él, que relación conmigo sólo era una conexión endeble e inestable, tanto como lo puede ser una persona, una persona y nada más. Lazo más débil no podría haber y no lo hubo. Un conocido de un conocido, sabía mi nombre y esa fue su excusa para violentar el silencio que me rodea.
Los hechos de té vienen a continuación. Mis palabras, esperando agazapadas el momento del contraataque preciso, cruzaron el espacio que nos mediaba a una velocidad vertiginosa, como un cuchillo cortando el aire, siendo, más bien, un silencio que avanzaba a sus anchas. Una pausa suya para respirar. Un silencio. Una acción mía para que no respirase más. Y quizá la metáfora de las palabras como puñaladas sea algo menos que eso y algo más que un deseo.
El sonido de un cuerpo exánime al recorrer rápidamente el espacio que le separa del piso no me provoca el menor remordimiento. La sensación de descanso es enorme. La libertad de nadie merece la de otras personas.
Escuchar como el té va fluyendo, cargado y denso en los espacios dejados entre los cerámicos, escuchar ese levísimo sonido, es una muestra de que el mundo vuelve a su orden, que mi mala vista va acompañada de un buen oído y que vuelvo a oír lo que quiero. Y que quiero escuchar el sonido del té en la tarde, chocando con el fondo de la taza. Aunque está demasiado denso esta tarde.
No puedo negar el placer de su silencio que emerge desde mi interior.
Todo placer siempre es bien acompañado por una taza de té, Sin azúcar, por favor. Si bien él no se ha callado, algo en mi interior me ha dado su silencio. La borra de la sangre da una lectura del futuro.
Clavada la mitad,
el resto ya es trabajo listo,
seguir entrando,
hasta el final,
sentir como fluye su humanidad,
lejos de ella,
distanciándose lentamente,
invocando a sus dioses
en lenguas extrañas,
dominada por la necesidad.