jueves, 27 de octubre de 2016

Chicha y Limonáh

En los asados
siempre hago la ensalada,
me gusta la ensalada,
no soy el macho
que prepara la carne,
se preocupa del sazón,
cerveza, el fuego,
el calor, guiar la conversación
el cuchillo bien afilado.

No le paso la cebolla
a la parrilla caliente,
para limpiarla,
aunque siempre me ha
llamado la atención,
la acción de limpieza
y el aroma atractivo
que provoca,
pocas veces la higiene
es tan preciosa
al tacto de su flujo
con los receptores
encontrados en la nariz.

No he sido parte de la
construcción masculina
de la acción del asado,
no soy, ni mucho menos,
un vegetariano empedernido,
me place sobremanera
el sonido de los fluidos
de la carne al evaporarse.

Pero me quedo haciendo
la fresca ensalada,
en ella está el equilibrio
entre la carne y su exceso,
me quedo con las mujeres
(no me ataquen por machista,
hablo de la realidad de
una familia con tradiciones
(tradiciones machistas)).

Habito en ambos espacios,
en uno comensal sibarita,
y en otro como activista.

miércoles, 26 de octubre de 2016

Tierra adentro

Para afuera la rabia,
los gritos, el enojo,
la frustración, las caídas,
los sesos, siempre,
para adentro la nada,
de la oscuridad abisal,
como el corte en la tierra
que provoca el barranco,
que propone la caída,
que anuncia un fin/
                              concreto.

Para afuera el patio,
los arbustos, las plantas,
los autos, la calle,
para adentro los muebles,
las iras, la rabia,
los gritos el enojo,
la frustración, las caídas,
el movimiento de la puerta,
para controlar la casa,
que puede ser un mueble más,
más allá de su categoría,
más allá del barranco.

Las casas también caen
                                     /hondo,

domingo, 23 de octubre de 2016

Por el día

Me disculpo por el cielo
y por el infierno que me he imaginado,
por las tardes de Marzo
que se han acabo en Octubre,
por el tiempo que no existe
pero que corre tras de mí
y gasta el reloj de la pared,
mis ojos, los párpados y las pestañas,
me disculpo, porque la culpa se ha ido.

Lo siento porque lo siento,
en serio siento algo que perturba
el día, mi descanso y la vida,
mi vida no está tranquila.

Lo siento, en serio,
no sé bien qué es, pero me incomoda.

No acudo a peticiones de perdón,
nada es tan persistente,
en especial algo tan humano.

Si pudiese

¿Y si pudiese borrar tu pasado?
Con cada embiste trato de llegar a una memoria, a aquel que estuvo antes que yo, y borrarlo, quien quiera que haya sido. Borrarlo para siempre de tu memoria, de la memoria de tu cuerpo, de los trazos que lanzaste en su nombre y marcaron al mundo en su nimiedad. Sólo en lo particular puedo ver la grandeza de esas marcas, y sólo yo debo estar mirando tan en detalle las marcas al mundo que se dejaron. Y quiero borrarlo.
Otro embiste, otra memoria que se disuelve en los gemidos que ahoga la almohada, que los muros apagan. Todo se queda dentro de la casa. Ojalá la casa lo fuera todo, lo fuera el mundo y borrar todo en derredor, y sus recuerdos. Sólo ser presente, estar solos en el mundo, todos los mundos, raptarnos de la vida para poder compartirla.
Embate tras embate voy borrando tu pasado, pero también tu presente y ojalá tu futuro. Quiero quitarte del mundo y hacerte solo mía. Cada beso mío quiere rasgar tus labios para quitarles las vestigios de otros labios, limpiarlos de todos los besos que pudiste haber dado, de los que diste, los que recibiste. Sufro las memorias y sus ojos, que me miran, castigando el presente, castigando las acciones, castigando las palabras. Te quiero poseer como ningún otro: con desesperación, rasgando cada parte de mí para dejar salir a aquel que es capaz de rasgarte de tanto amor. Porque te amo y no tengo otra forma de expresarlo, las palabras se quedan cortas. Pero en la noche, en lo más profundo de la noche, llego a ese punto que nadie jamás había querido visitar y que yo trato de alcanzar siempre para ver tu sonrisa. Y con esa sonrisa sé que he logrado mi objetivo, por un momento. Y ese momento no me alcanza.
Mi pasión me quema. Nos quema, en distintas maneras. Ardo de pasión, deseo y locura. La locura de querer tenerte tal cual eres ahora, pero sin memorias, haberte tomado con todo lo que es tuyo, menos los recuerdos que te dan esa posesión. Y poseerte. Quiero tomar posesión de tu cuerpo para habitar tu ser más profundo, adentrarme en tus huesitos, llenarte de mí para llenarte de mí, sin quitarte de ti y llenarme yo de tu compañía.
Me siento desvanecer en la penumbra de este deseo cuando estás lejos. La oscuridad que me rodea se va haciendo espesa, gruesa, irreductible.
Debo saltar al vacío, de tu mano, y sonreír en el camino.
Pero nada se borra, imagino, sólo se agregan nuevas experiencias que reinterpretan las antiguas.

jueves, 20 de octubre de 2016

Siga participando.

Estoy participando
por otro día más bajo el cielo,
otro más respirando,
caminando,
trabajando,
otro que me canso,
me destruyo
por seguir adelante,
y a los lados,
jamás volver atrás,
aunque quizá todo
sea un largo retorno,
la más larga sonrisa de Sísifo.

Sigo participando,
como en un helado,
en un raspe,
en un sorteo,
en todo.

domingo, 16 de octubre de 2016

Para ti

En el espacio ajeno al sol
de un cuarto oculto
en una casa común,
otro sitio normal,
me he inventado un paraíso
casi terrenal,
me he escapado en sueños
hacia las islas
hacia los montes
hacia los cielos grises
y he llovido
en una caída libre
con algunas lluvias,
para recibir el suelo
y mirar arriba,
recibir el cielo.

Me he inventando
una habitación
con muchos libros,
una cama,
un escritorio,
dos libreros,
un espejo,
para llevarte.

Te espero.

Mamá Oca

Ni la caperucita roja,
ni el cazador,
tampoco el final feliz,
sólo la abuela y el lobo,
y sólo el lobo,
ese es el único final,
mientra tanto,
otras niñas se entregan
a otros cazadores,
con otros signos,
pero acá,
en esta historia,
sólo queda el lobo,
y nadie piensa en su soledad.

viernes, 14 de octubre de 2016

Otro pasado.

Buen sexo,
mala leche,
buenos lechos,
mucha hambre,
todo bien,
nada nuevo bajo el sol,
te llevaste lo tuyo,
quedó lo mío,
me llevé lo mío,
quedo lo tuyo,
ha pasado el tiempo
de las decisiones,
llegó el de cosechar.

Coseché buen sexo,
bebí mala leche,
yací en buenos lechos,
sólo queda el hambre.

martes, 11 de octubre de 2016

Vuelvo

Vuelvo otra noche con otro problema, vuelvo a casa con otra tristeza y en la mañana vuelvo al mundo con otras lagañas, para volver a a levantarme con otras tazas de café y otros panes (cada día más chicos, más sosos). Vuelvo a ponerme otras ropas, vuelvo a tomar otras micros con otros micreros que vuelven a hacer mi misma rutina. Vuelvo a llegar al trabajo con otras pegas por hacer. Vuelvo a ponerme en otro automático.
Vuelvo a despertar en otro paradero, vuelvo atento a tomar otra micro con otro micrero, que vuelve a su casa después de estar con la otra. Vuelvo otra noche con otro problema. Cada noche vuelvo a ser otro.

miércoles, 5 de octubre de 2016

Escombros 2

Recuerdo tu boca buscando la palabra.
Nunca escuché tanto silencio como aquella vez, entre los escombros de un edificio (y me pregunto acá si es posible aquello, que "escombros de un edificio" sea algo, pues se entiende por algo que no existe, se explica por un abstracto, un recuerdo. Es como la historia), mientras te escuchaba leer lentamente los pasajes preciosos de un poema de Huidobro; tras sentir mi piel exaltar tu elección, tu voz, tu todo en ese momento; tras sentir la sangre fluir por mi cuerpo, junto con el repentino impulso eléctrico que me llevó a mover mi boca hasta bajo tu falda, tú con las piernas separadas, yo con los labios separados, ambos ávidos de dejar entrar los placeres de la tarde, entre los escombros.
De las palabras quedaron los escombros, palabras entrecortadas inteligibles entre las pausas obligadas que tu cuerpo entero se tomaba, estando seguro de que yo no tomaría pausas, disfrutando de mis esfuerzos, sin querer entorpecerlos.
Recuerdo que Altazor no acababa nunca -y no lo digo como una queja-, o quizá se reiniciaba entre tus labios junto con el reinicio de los movimientos de los míos, que cambiaban lentamente, inventando posiciones extrañas que permitieran deletrear nuevos alfabetos.
No estaba tan concentrado, pero te dibuje runas, el alefato y el alfabeto.
Un temblor, el silencio.
Del sonido nunca quedan escombros.//

martes, 4 de octubre de 2016

Qué clase de sortilegio maligno es este
que me ata al silencio,
vuelvo a mis lugares comunes,
no tengo nada nuevo,
nada de qué hablar,
estoy acá, desnudo otra vez,
en mi traje de Adán descompuesto,
porque nunca fui ni seré un Adán,
un yo, tan simple así,
tan yo como podría serlo.

Y qué es el hombre,
el Hombre,
el hoMbre,
y sus variaciones?.

qué es serlo, entonces.

En Tonces,

No somos nada.

Y no es una declaración de gustos,
ni de principios, ni de finales,
sólo no entro en la categoría
que debería por nacimiento,
no sé quien soy,
pero soy aquel.