En los asados
siempre hago la ensalada,
me gusta la ensalada,
no soy el macho
que prepara la carne,
se preocupa del sazón,
cerveza, el fuego,
el calor, guiar la conversación
el cuchillo bien afilado.
No le paso la cebolla
a la parrilla caliente,
para limpiarla,
aunque siempre me ha
llamado la atención,
la acción de limpieza
y el aroma atractivo
que provoca,
pocas veces la higiene
es tan preciosa
al tacto de su flujo
con los receptores
encontrados en la nariz.
No he sido parte de la
construcción masculina
de la acción del asado,
no soy, ni mucho menos,
un vegetariano empedernido,
me place sobremanera
el sonido de los fluidos
de la carne al evaporarse.
Pero me quedo haciendo
la fresca ensalada,
en ella está el equilibrio
entre la carne y su exceso,
me quedo con las mujeres
(no me ataquen por machista,
hablo de la realidad de
una familia con tradiciones
(tradiciones machistas)).
Habito en ambos espacios,
en uno comensal sibarita,
y en otro como activista.
siempre hago la ensalada,
me gusta la ensalada,
no soy el macho
que prepara la carne,
se preocupa del sazón,
cerveza, el fuego,
el calor, guiar la conversación
el cuchillo bien afilado.
No le paso la cebolla
a la parrilla caliente,
para limpiarla,
aunque siempre me ha
llamado la atención,
la acción de limpieza
y el aroma atractivo
que provoca,
pocas veces la higiene
es tan preciosa
al tacto de su flujo
con los receptores
encontrados en la nariz.
No he sido parte de la
construcción masculina
de la acción del asado,
no soy, ni mucho menos,
un vegetariano empedernido,
me place sobremanera
el sonido de los fluidos
de la carne al evaporarse.
Pero me quedo haciendo
la fresca ensalada,
en ella está el equilibrio
entre la carne y su exceso,
me quedo con las mujeres
(no me ataquen por machista,
hablo de la realidad de
una familia con tradiciones
(tradiciones machistas)).
Habito en ambos espacios,
en uno comensal sibarita,
y en otro como activista.