miércoles, 30 de diciembre de 2015

Lemniscata

Un ocho acostado, la repetición eterna, la eternidad y un círculo.
Las palabras quedaron flotando en la banca de la plaza de Viña que mira al centro de esta, mirando, más allá, hacia el hotel O'higgins. Al frente hay un grupo de skaters pelándose las rodillas y fumando. Hacia el Santa Isabel ha y un pastor con un equipo de sonido y un micrófono, condenándonos a todos, porque el final está cerca.
El caballero que está enfrente de mí, jugueteando con una boina entre sus manos y un bastón que se afirma en su muslo y va paralelo a la pierna que tiene cruzada en su regazo, con sendos lentes poto de botella, mira el reloj constantemente. Cuando le pregunté la hora no había mirado el reloj en los instantes en que estuve dudando si preguntarle o no, me dio una respuesta rápida y segura. Calculaba la posible hora, la meditaba. ¿Por qué dudar de él?.
Llevaba, en el bolsillo de su chaqueta azul oscura, un libro tamaño bolsillo, o al menos su forma resaltaba. Le pregunté al respecto. Treinta minutos después de una larga exposición sobre el libro, el autor, el género, los libros que tenía en su biblioteca personal que entrarían en categorías similares a las del libro, poniendo excepciones y definiendo conceptos, me sentí plenamente sobrecogido. "Buen gusto en los libros". No creo que la felicitación de un joven, al volar, le haya valido de mucho. Algunos de los libros que nombró habían entrado, joyitas, hace poco en mi biblioteca personal. Me sorprendí al pensarlo. Me sorprendí al mirarlo.
Quizá él, con sus lentes, notó el parecido. Tal vez por eso me preguntó la hora, puede ser que por eso recuerde el tiempo que pasó. Esos lentes que a mí me faltaban.
A pocos días de una operación, supe, al preguntarle, que nunca me operarían.
Con el tiempo no dejaría de comprar libros, por mucho de que fuese agotando listas de deseos.
¿Por qué asustarse? Fue sobrecogedor. Un encuentro perfecto.
Le dí la mano, tal como él se la dio a otro como él cuando tenía mi edad.
Probablemente.
Quizá ese era el día en que se alineaban los astros, ese del que hablé tantas veces, como broma, a modo de comentario al azar.

miércoles, 16 de diciembre de 2015

De camino

Se mueve,
me mece,
movimiento pendular
de mi cuerpo,
según el cuerpo mayor
que me contiene,
voy de un lado a otro,
yendo de un lado a otro,
recorro los espacios,
sin libertad de movimiento,
pero otras libertades tengo,
leo, pienso, escucho música,
medito la vida,
veo el tiempo pasar
sin que pueda hacer nada
que no sea el ocio
productivo de mis horas
sentado en ese espacio
pequeño, mi asiento.

A veces voy de pie,
duermo de pie,
afirmado, colgando,
los cuerpos en contacto
mantienen al mío firme,
cabeceando, hacia uno
u otro lado.

No hay nada que hacer,
más que relajarse y pensar,
no hay mucho más que hacer,
más que estar tranquilo
y dejar que la vida pase un ratito,
hasta el último paradero,
y quizá más allá.

miércoles, 9 de diciembre de 2015

Despedidas Inesperadas

Tiembla,
es un cráter,
tiembla,
la previa al final,
tiembla,
es el silencio,
tiembla,
la nada reptante,
tiembla,
el fin,
también tiembla.

martes, 8 de diciembre de 2015

Ella estaba desnuda en una esquina. Cubría tanto como podía sus partes pudendas. Realmente no podía cubrir mucho con sus delgados brazos y con la poca fuerza que le quedaba. Así estaba ella cuando la vi en un rincón, apoyada contra un contenedor de basura, oculta tras bolsas. cajas y cartones.
Yo sólo iba de paso, estaba apurado, iba tarde (que para mí es lo mismo que llegar justo a la hora), así que me desnudé, le dejé mi ropa cerca y seguí mi camino.

No se puede decir que la cita programada para ese día salió bien.

viernes, 4 de diciembre de 2015

Otra noche

Un apretón de manos
que dure el cambio del semáforo,
50 segundos marca el tablero,
nervios, latidos fuertes,
silencio,
todo lo que implica uno,
"¿te gustan los silencios?",
"¿cuánto tiempo se sostiene?",
"¿cuánto puedes sostenerlo?",
el viento va más lento,
es tanto el viento,
mucho es el relajo,
40 segundos muestra ahora,
algo fresco y tranquilo,
recorre la banca,
se apagan un poco las luces,
lentamente,
como en un cine,
se oscurece un poco,
solo queda una luz al fondo,
30 segundos,
un parpadeo,
aviso que quedan 25,
y ¿por qué pasa tan rápido
el tiempo así?,
se acabará la calma
con el cambio del semáforo,
será tan malo el verde
esta vez,
mejor dejo de pensar,
20 segundos para no pensar,
no es tanto el frío ahora,
la pericia de las manos
para entrelazarse
es vital para capear
pensar demasiado,
pensar siquiera,
10 segundos, 5,
el rojo se escapa,
titilante, hacia la noche,
solo queda una sensación
de cruzar la calle
al final del tiempo,
como si fuera todos ellos,
y ninguno al final.