domingo, 1 de noviembre de 2015

Té de Hoja

El té, demasiado cargado ahora, tiene la textura de la sangre en contacto con mis receptores del sabor, aunque sin su reseco sabor metálico. Aplacando la sed de sangre. Ha sido otro día más lleno de errores, levantarse con el pie izquierdo, blandir la vida con la mano menos hábil (si bien fácilmente podría decirse que no tengo ninguna con esas características).
Él quería hablar, sólo eso. El juego de turnos de diálogo parecía no importarle, es más, cualquier comentario lo negaba con argumentos, comentarios cortantes o simplemente pasándolos por alto tras una pausa de mirada inquietante.
Él quería hablar, sólo eso. Quería hablar él, escuchar el eco de sus palabras en las mías. Ese día yo no quería escuchar, simplemente porque no quería. Menos a él, que relación conmigo sólo era una conexión endeble e inestable, tanto como lo puede ser una persona, una persona y nada más. Lazo más débil no podría haber y no lo hubo. Un conocido de un conocido, sabía mi nombre y esa fue su excusa para violentar el silencio que me rodea.
Los hechos de té vienen a continuación. Mis palabras, esperando agazapadas el momento del contraataque preciso, cruzaron el espacio que nos mediaba a una velocidad vertiginosa, como un cuchillo cortando el aire, siendo, más bien, un silencio que avanzaba a sus anchas. Una pausa suya para respirar. Un silencio. Una acción mía para que no respirase más. Y quizá la metáfora de las palabras como puñaladas sea algo menos que eso y algo más que un deseo.
El sonido de un cuerpo exánime al recorrer rápidamente el espacio que le separa del piso no me provoca el menor remordimiento. La sensación de descanso es enorme. La libertad de nadie merece la de otras personas.
Escuchar como el té va fluyendo, cargado y denso en los espacios dejados entre los cerámicos, escuchar ese levísimo sonido, es una muestra de que el mundo vuelve a su orden, que mi mala vista va acompañada de un buen oído y que vuelvo a oír lo que quiero. Y que quiero escuchar el sonido del té en la tarde, chocando con el fondo de la taza. Aunque está demasiado denso esta tarde.
No puedo negar el placer de su silencio que emerge desde mi interior.
Todo placer siempre es bien acompañado por una taza de té, Sin azúcar, por favor. Si bien él no se ha callado, algo en mi interior me ha dado su silencio. La borra de la sangre da una lectura del futuro.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario