domingo, 11 de septiembre de 2016

Deshidratados

Y la noche, aunque noche, abrió los ojos y brilló en ti.
Como un lupanar en los ojos del sediento.
El fuego que arde en tu interior (en el interior de todos) atrae a las moscas, a las polillas. Todo es brillo y el brillo no siempre llama a las bondades de esta, que son muchas estas bondades, no importa.
Y el día, por día, amaneció sus pieles y apagó en ti su último cigarro.
Sólo una mancha negra recortada contra el piso. pareciendo sombra, quizá siendo la tuya. De nadie son los días que despiertan y también los que se duermen.
El tiempo es eternamente eterno y no se apaga ni se prende, sólo transcurre, mientras todo se seca.

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