jueves, 29 de septiembre de 2016

Carencias

Quédate aquí,
por favor, cariño, quédate conmigo,
cuando la noche venga,
y no pueda ver el cielo,
quédate conmigo,
porque necesito un cielo,
mi cielo, junto a mí,
aunque no queden estrellas,
ni faros, ni metas, ni guías,
ni caminos, ni sentidos,
ni aventuras, ni palabras
perdidas que llevar con sus dueños,
o sus padres,
necesito un cielo
que me haga mantener la esperanza,
en mí.

No vale la pena,
ya pasaron los años de la esperanza,
de la desesperanza,
de la fruta y de la maza,
de la zanahoria y el martillo,
de la hoz y la vid,
y la vid nos dio sus mejores frutos,
aniquiló toda mi sed,
quebrando lejos de mí
los fuegos, otros fuegos,
que me tendrían más sediento.

No me despido de la chiquilla
que sin preguntarme si quería, o no quería,
se metió en mi cama,
porque nunca existió,
jamás lo hizo,
ni existo yo.

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