sábado, 2 de abril de 2016

De los Suicidas

Creo que lo del suicidio en mucho de lo escrito antes de hoy (y probablemente después también), no es más que una forma de volver a un estado original. Los suicidas nunca han estado vivos. Esa es la premisa. Nunca vivieron, por lo que vuelven un cuerpo que poseyeron a su estado primigenio de inactividad.
Siempre fueron una llama. Quizá nacen de los vestigios del prometéico fuego que queda en el aire, tras la petición callejera de conocimiento y vida, y el posterior encendido de un pulmón. Se levanta el gólem insuflado de acción y voluntad -jamás de vida-, lleno de dudas, pero sin ninguna pregunta, con la voz de otro, incapaz de hablar.
Son un alma con cuerpos prestados, incapaces de introducirles su completa voluntad. Dominan cuerpos ensamblados por piezas que no siempre pueden manejar. Nunca han estado vivos. Nunca lo estarán, no tienen esa libertad. Esto es lo más cercano.
Es imposible morir, si no se ha vivido nunca.

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