lunes, 6 de octubre de 2014

Languidecer

Será un exabrupto apasionado
el que rompa esa sosa rutina,
realmente es desabrido
sentir todo con función,
es tan razonable que cansa,
mientras te vuelves invisible,
tan invisible que nadie te ve,
es que ni siquiera lo intentan,
no hay duda de ti,
ni existencia al final del día,
fuiste como todo tiempo pasado.

Tu rostro termina recordando
los toques insípidos del cemento,
todo está en ti tan claro,
todo tiene tanto sentido
que eres triste observador,
y más triste el que te observa,
aunque, para ser sinceros,
la indiferencia es más común,
no generas ni un roce,
que remueva con electricidad
el polvo que subyace al polvo.

Ha bajado el volumen de tu voz,
y no es la edad, para que la uses
como la excusa pobre
que se te viene como salvadora,
la comodidad en tu propia piel
está bajo perjuicio constante
por sonreír y desaparecer
con la facilidad de un chasqueo,
el que truene los dedos
te enviará a otra dimensión,
alguno rozará tu espalda con un hielo,
y quizá el vecino escuche,
tal vez hasta le guste lo que escuche.

Se agradece, se degusta, se gusta y se va.

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