jueves, 23 de octubre de 2014

Al Noche

Solo un silencio, nada más,
la soledad de compañía,
y un sueño trabado
en la garganta, en la garganta.
Solo una noche, nada más,
la luna por compañía,
y una niebla trabada,
a ras de suelo,
reptando sobre su vientre,
avanzando lentamente,
acercándose lentamente,
hacia mí lentamente,
hasta levantarse,
fuerte e imponente
ante mi pequeñez.

Me rodeó con sus brazos,
todo era tan ligero,
levemente suave,
inesperadamente acogedor,
pero siempre frío,
de tal manera que ni la calma,
la tranquilidad de su ligereza,
de su suavidad, de su acogida,
me hiciesen olvidar
que me tenía cogido,
tomado por el cuello,
sin posibilidad de regreso,
aunque, si lo pienso bien
¿Para qué quiero regresar?

Cuando el sueño toca mi hombro,
me abraza por la espalda,
se trenza a caricias con la niebla,
siendo yo el campo de batalla
en otra noche melancólica.

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