viernes, 15 de agosto de 2014

Levedad de Estar

Caminando en la rivera opuesta
veo a una niña seguida por un gato,
la niña es el arquetipo de niña
y el gato es el arquetipo de gato,
la rivera era el arquetipo
de rivera opuesta.

Lo que me hace nombrarlo,
recordarlo es que en el río
cristalino que corre bajo sus pies
no se refleja la imagen espejada
de sus cuerpos caminando,
solo se refleja la traba de la niña,
que es un arquetipo de traba,
y el collar del gato,
que por cierto es negro,
con un arquetipo de collar.

Flotan en el agua las imágenes
de los accesorios de las personas,
en los seres que lo habitan,
en los que lo rodean por placer,
flotan perfectas, sin refracción,
más nítido que en un espejo.

Y el gato juega con la niña,
se persiguen mutuamente,
mientras el reflejo muestra
otro juego, otras sonrisas,
ya no solo los accesorios,
ahora, de hecho, no los muestra,
lo adjetivo queda de lado
y solo se muestra lo importante,
las sonrisas reflejadas.

Cuando se van,
el espacio donde el reflejo
de sus juegos estuvo
se paraliza guardando la imagen
en una roca grande,
con dos sonrisas.

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