miércoles, 20 de agosto de 2014

19.-

Hemos de convivir en un tiempo incierto, ante la inseguridad de cada paso que se da en el transcurso de la vida. Hemos de estar acompañados, perseguidos y observados por los ocultos perseguidores de todas y cada una de las existencias, atendiendo a nuestras vidas como una entidad fiel a nuestro pasos, pero hay algo más allá, algo que se mantiene oculto en los votos que aferran a estos seres a las figuras. El universo está hecho de votos, romperlos pone en riesgo el equilibrio de la existencia de los mundos. Solo basta un paso a través de la entrada, quitar un obstáculo e ir más allá.

Las sombras viven entre este mundo y el suyo, viviendo en un limbo permanente de formas y fondos, juegos de luces, permanencia y nostalgia de la oscuridad, rodeados por criaturas y construcciones sin formas claras, asumiendo las irreconocibles siluetas de las deformes creaciones de las personas, solo en las nocturnas calles se aúnan para mostrarnos la inmensidad de su poder frente a la débil humanidad. Su mundo trae las reminiscencias de este, pero no es más que eso, un lejano recuerdo, soles y lunas varias se cruzan por los cielos sin poder definir día y noche, eclipsándose y jugando con los habitantes y sus siluetas, por lo mismo es imposible definir las dimensiones que hay en este lugar ni su número, pero de seguro no se habitan las tres a las que nos creemos acostumbrados, quizá sean más o, tal vez, sean menos.

Nunca he hablado de mundos paralelos, de realidades sincrónicas, es importante tener esto en mente para poder diferenciar la forma en que las sombras habitan su mundo. Las reminiscencias de nuestro mundo se devienen en las sensaciones similares a las que se enfrentan el olfato, el gusto y el tacto, el equilibrio y la vista no tienen utilidad alguna en este espacio, la audición envía el mensaje de un goteo constante sobre una posa de agua al fondo de un pozo, la sensación del dolor está alerta a cada sensación irreconocible e indefinible desde los parámetros acostumbrados en nuestro mundo, tal como hay soles, hay temperatura de rápidas oscilaciones. Cualquier otra descripción es probablemente una exageración ante la dificultad que implica la no aplicación de todos nuestros sentidos.

La habitabilidad de este lugar es indeterminada para los humanos, no hay ninguna fuente real al respecto: ningún humano ha dejado huella legible para ser reconocida por otro de nuestra especie, no en este mundo, tal como tampoco en el nuestro, si bien el registro con el que se puede basar una persona para llegar a saber todo esto existe. Alguna vez una sombra se llevó a un hombre a este mundo con ella, como una caminante más allá de nuestra tierra y parte del otro, en un viaje y por error. Otras sombras se han llevado a sus cuerpos como castigo por su libre albedrío y mal comportamiento según normas éticas o morales que nos son imposibles de entender o conocer.

Esta fuente que ha sido nombrada anteriormente es de una sombra que sabe leer y escribir, más allá de su sentido de la vista, incomprensible para el ser humano. Se acerco de un momento a otro, se confundió con la silueta de una persona, y comenzó a comunicarse con esta a través de las formas que producía, generando las letras desde su interacción con la luz, cubriendo o descubriendo ciertos sectores del efecto de su oscuridad para poder mostrar su mensaje, describiendo el mundo de las sombras. Es importante decir que las sombras no vuelven jamás al polvo, solo se reúnen con la oscuridad para volver luego a otro cuerpo de forma definida e imitar su silueta sin dimensión de espesor. Una sombra que cruzó el umbral.

Aquel que le leyó, escribió con presura lo que le iba relatando su sombra, que no era tan suya a medida que se iba acercando la noche. Cada movimiento de la sombra para lograr este escrito dejó mella en el cuerpo de aquel servidor de las letras, provocando cortes y fracturas, dejando incluso, en algunos lugares de su cuerpo, orificios con forma de palabras, frases, ideas completas, párrafos, solo espacios vacíos rodeados de músculo quitado de plano y de lleno, retorcido sobre sí mismo para poder lograr otras formas, otras letras, restos sobrantes de tildes y guiones. Fue este un cuerpo que no sobrevivió más allá de la transcripción, dejando sin firma un escrito manchado en sangre, al lado de sus informes restos. Los trazos irregulares, que iban aumentando a medida que se avanza en el escrito, dejan entrever lo incontrolable de la acción, la debilidad intrínseca de la humanidad, su ignorancia con respecto a lo que se puede encontrar en otros planos de la existencia, del ser.

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