miércoles, 5 de marzo de 2014

El Paraíso de Ensueño

Tras seguir las flechas de neón,
bajó un cartel olvidado por la mano de dios,
se encuentra el paraíso en la tierra,
al entrar uno se da cuenta,
las mujeres aquí son pura sonrisa,
los hombres son solo risa,
están contentos de gastar
sus vidas por unas horas,
por unos cuantos pesos,
por unas cuantas canas en el viento,
mesas desperdigadas
alrededor de un asta
donde se iza la ropa interior
como única bandera permitida,
única bandera movilizadora,
mientras suenan los compases
sensuales de un saxofón,
únicos himnos que levantan,
tanto de sus asientos a los parroquianos,
como de su sueño a sus amiguitos,
mientras van marchando,
una por una, las piernas carismáticas,
con tanto ritmo como disciplina,
mientras los abúlicos corazones
empiezan a sentir un escalofrío,
aquí todos viven la relación prohibida
entre el amor y el odio,
amarse a sí mismo 
y odiarse a la vez
por estar amarrados al lugar,
darse el placer, recibir el placer,
aguantar el placer, no sentir placer,
todos quieren escapar,
pero la salida, como la entrada,
tiene su precio.

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