domingo, 9 de marzo de 2014

Carta Cerrada

Te escribo estas lineas para que sepas qué es de mí, y eso no es mucho.
Me disculpo por la falta de sello y de dirección, de hecho, la vine a dejar yo mismo a tu correo, pero no creo que te afecte mayormente.
Llegué a un lugar del que el nombre no es importante y me dediqué por medio a barrer la misma calle con mis zapatos, en especial debajo de mi cama, guardando lo que parece útil para más rato, como siempre hice, uno no sabe el futuro y las vueltas de la vida. Mi cama no es la más cómoda del mundo, pero cumple su función, aunque no era esa su función primaria, ahora la cumple con creces y sus respectivas distancias.
Las frazadas son tiesas, al igual que las sábanas, pero a estas alturas todo eso tiene sentido, el descanso es siempre un premio para el trabajo del día. ¿Recuerdas que quería ser escritor? estoy más cerca cada día de cumplirlo, me dediqué a escribir en publicidad de diferentes productos (ya sabes, hay que reciclar) mis distintos escritos y los entregué a cada uno de los que veía pasar por mi calle, como un panfleto de un partido político, pero sin política ni partido. La gente lo lee, de verdad que lo hace, no hay nada que me haga sentir mejor que eso, aunque al principio desconfían un poco, verás que es porque me dejé esta barba tan larga y el pelo todo desgreñado, pero la gente aprecia el arte, mi arte personal. No he pasado tanta hambre, si bien es difícil encontrar comida, la gente siempre es generosa con gente como yo, no todos, pero varios lo hacen.
Si quieres venir a verme, pues me encontrarás por acá, mi casa es de madera y está pintada de verde.

Se despide atentamente y con un abrazo apretado, tu hijo.

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