martes, 18 de marzo de 2014

Cuerda

El amarre empieza
apresando las manos,
continúa con tus pies,
se asegura la inmovilidad,
se van rodeando el pecho,
los muslos, el cuello,
se definen las zonas sensibles,
estableciendo las limitaciones,
para conocer las libertades,
la venda es opcional,
en este punto, o en cualquiera,
pero totalmente recomendable,
aplacar la vista para liberar al ser,
del mismo modo la mordaza
entrega la posibilidad similar
de erradicar cualquier queja,
robarle su humanidad.

El último amarre es crucial,
amarrar su vida con la tuya,
en la mirada profunda,
en un beso mudo,
la mirada arrastra todo,
los labios deben ser silenciados,
ya nunca más necesitarás palabras,
te has domesticado el alma,
tienes contigo el control
y su consciente debilidad.

Jamás serás mía,
a pesar de esta presa,
solo puedes ser de la cuerda
y este momento,
solo un intento pasajero
de subir las cimas del placer
en las caídas perpetuas
de los secretos subyacientes
en las sublimes marcas de tu piel.

La noche ya se ha consumido,
y la vela ha dado paso al sol.

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