miércoles, 19 de marzo de 2014

Profeta

Puede ser una batalla interna
en que un tercero alevoso 
impregne el cuchillo con rabia
y lo clave con furia por la espalda,
mientras puedes cortar sin hacer daño,
la embrutecida mano desde adentro
va probando las más tiernas sensibilidades,
la presura que hay en sus movimientos
placen las dulces ideas sobre el error,
del error por descuido momentáneo,
rasgando el manifiesto de la vida,
mientras se derrama el mejor vino,
el más especiado, el más preciado,
en las bocas insaciables y silenciadas
del polvo y sus ancestros.

El cuchillo interactúa con la carne,
el interior lo hace con el aire,
se vuelve contradictorio respirar,
el cuerno de la abundancia
proveerá a sus creyentes
con el licor de sus entrañas,
los fieles se regocijarán pronto,
evangelizando poco a poco
la tierra a sus pies, al viento,
al mar de los ligeros perdidos,
los que rompen contra las rocas también,
profetas de una deuda nueva,
con otro señor que vierta su pena,
su soledad, su nostalgia,
su vacío inconcluso entre las piedras,
entre las costillas,
para alimentar a una bestia nueva.

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