lunes, 8 de septiembre de 2014

Imperio de la Lluvia

¡Cuánto disfruto de la lluvia!
la disfruto tanto que todos los sonidos
ajenos a lo cotidianidad
me la recuerdan,
incluso algunos cotidianos,
como ahora mismo,
a modo de ejemplo,
el sonido de las manecillas del reloj,
aunque no tenga reloj cerca
y sea solo mi mente
marcando un ritmo constante.

Muchos sonidos en el día
me recuerdan a la lluvia,
la lluvia me recuerda mucho momentos,
nunca estuve con ella y con lluvia,
solo con una o la otra,
a veces tomo muy malas decisiones
o simplemente me confundo al hablar
entre beberte y beber té,
me quedo con ambas, a la vez,
ha pasado harto tiempo de eso
como para quejarse demasiado.

La lluvia me recuerda cuando no llueve,
cuando estaba tras las rejas,
mirando al mar hacia abajo,
sentado sobre un pasto muy verde,
leyendo un libro que no recuerdo,
mientras el sol ataca mi frente,
tejiendo quizá, tal vez,
comiendo con cucharas,
demasiado adormecido, calmado,
artificialmente calmadísimo.

La lluvia me recuerda cuando llueve,
lo que he hecho cuando está lloviendo,
cuando me ha nevado encima,
cuando les ha nevado a la gente alrededor,
como pasa el tiempo, muy rápido,
a veces demasiado lento, compacto,
con la nieve se les blanquea la sien.

Todo regado por el piso,
formando grandes charcos,
charcos de recuerdos,
mientras yo salto en ellos.

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