La flor exigió sahumerio,
necesitaba liberarse del pasado,
floreció con el humo,
se elevó su tallo contra el viento,
las palabras y cantos
le dieron vigor al alzamiento,
no tuvo sombra entonces
y conversó en la soledad.
Hay versos que hablan de mí,
otros hablan conmigo,
incluso algunos hablan para mí,
todos reunidos a la mesa,
es redonda, por respeto,
nadie vale más, no hay jerarquía,
después de todo es lógico,
soy el único alguien acá,
sin ser yo el centro de conversación,
restringiendo y alejando
la perseguida idea egocéntrica,
temiendo ser criticado
por mis propios vástagos.
presentados en sociedad
y libres del efecto de mi mano.
Tengo menos cosas que hacer,
pero eso no implica,
si es que ha de implicar algo,
que el tiempo sea más,
el tiempo es el mismo,
el tiempo es el tiempo,
estático y terco en sí,
incontrolable e imposible,
tal y cómo me gusta llamarle:
"irreductible".
Cuando ya no hubo más humo
la conversación se terminó,
la flor siguió sin sombra,
pero su momento se agotó.
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