lunes, 7 de julio de 2014

Ars Poetica III

Tengo que terminar mi escrito,
y no se llamará poesía, por respeto,
porque lo deseo,
no deseo nada más,
si una dama me interrumpe,
aunque no sea dama
y quiera entregarme
el motivo del escrito,
la despacharé sin preámbulo,
quizá sin escucharla,
utilizando sus ojos negros
para leer de la imagen
que ella me está regalando
lo que leerá el que me lea,
pero hasta ahí,
luego me despido ocupado,
como el que corre para todos lados,
aunque nunca corro
y nunca vaya apurado,
porque sigo escribiendo,
si me regala un beso,
le diré que permiso, que no veo,
que el lápiz se mueve,
y yo, pues, tengo que verlo,
como un padre que cuida un hijo,
la bicicleta va de bajada,
va desde un cerro, alto, el más alto,
cómo se te ocurre venirme de frente,
venirme contra el tránsito,
interrumpir la caída libre,
triste del tipo que escribe,
no me interrumpa,
que prefiero perderla
y que me sea causa de más tinta,
de más papel, de más escrito,
que perder esta idea,
que en unos años no podré ni ver,
y jamás volveré a querer como ahora.

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