jueves, 22 de mayo de 2014

6.-

Su bigote de vello cano estaba bien cortado y definido, cubriendo su labio superior de forma prolija, la pipa de la que fumaba era delgada y alargada, reliquia de algún pueblo vencido en América. El conjunto provocaba ver, al observador curioso y atento, la imagen de un pincel rasgando un lienzo demasiado agrietado por el tiempo.

La imagen surreal que dejaba el humo al salir por un costado de su boca solo era un comienzo para un proceso onírico, con ese aspecto de ingravidez en un todo un tanto nostálgico, un tanto calmado, recordaba las vistas de algún cuadro de Friedrich. Cuando separaba el mango del pincel de su pelo, la imagen se volvía aun más, si se podía, surreal, pues el suspiro humeante blanco azulado que salía desde aquel lustrado cepillo no parecía tener razón ni motivo, pero no son necesarios ni motivos ni razones para poder ver como el relajo llegaba a un paisaje demasiado etéreo. Las agrietadas montañas envueltas en nubes no eran casualidad, sino un recordatorio de las hazañas de una juventud ya demasiado alejada.

Su interlocutor no era ni de lejos realmente distinto,aunque la diferencia radicaba en el bigote y en la pipa, este tenía un bigote más grueso, de un negro pulcro, como ala de cuervo, estos vellos eran unidos y separados cada ciertos tiempos del mango de su brocha, una pipa más gruesa también, con unas curvaturas similares a los mangos de aquel instrumento. Era, más bien, un mar siendo cercado con nubes de lluvia, de tormenta, mientras un barco escapaba botando un vapor blanquecino, nostálgico de un puerto en el que recalar.  Si bien eran ciertamente similares, la piel de este segundo hombre era más lisa, más blanca, su semejanza con un lienzo limpio se oponía bruscamente a un papel demasiado surcado por el paso de la vida.

Así, para completar el cuadro, mirando el panorama amplio, los hombres discutían, pipa en mano, para definir que era más importante y útil para retratar sus viajes, los de ambos, si un pincel, si una brocha,hasta optar por escribirlo. Mientras tanto ambos humos trataban de ver quien tenía la razón, provocando que el cuadro se separara en dos mitades regulares.

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