miércoles, 21 de mayo de 2014

5.-

Por cada final es necesario un exceso, así que haya tantos como finales, el clímax amerita un sacrificio a la altura, y este se encuentra, no en cualquier parte, no, sino que en el quebrantamiento de los principios resguardados bajo tantas llaves como fortaleza y auto-conocimiento tiene la persona, en esta mi persona, que de mía tiene solo el título, por cierto que así es. Si bien decimos que el espectáculo empieza en breve (y no hay ninguna mentira en ello), es solo un empujón para reunir más rápido al rebaño, todos sabemos que el espectáculo se debe a sí mismo, como depende de sí mismo para designar sus propios horarios, el principio siempre será el principio, y así con el final. Los borregos seguirán llegando, seguirán esperando, seguirán atentos, callados cuando se lo ordenemos, risueños y serios según la necesidad, cada elección es, necesariamente hecha por nosotros, siempre y cuando esté bien hecho.

Nosotros somos el espectáculo, los observadores se apropian de la migaja que cae, pero nosotros somos los que debemos continuar, la permanencia de cualquier otro es irrelevante. Aunque, si lo pensamos detenidamente, ni siquiera nosotros, los participantes más activos de todo este juego de cabriolas y florituras, somos realmente indispensables. En efecto, si nos vamos, alguien nos reemplazará, y el show se revitalizará, será más fuerte, se aferrará a sus propios códigos, como hacía antes de mí, como hizo conmigo, como hará sin mí.

Las luces lo son todo, tanto su abrazo como su escondite. La luz nos llama, somos polillas, pero no nos quitarán tan rápido del foco, queremos quedarnos hasta que nos absorba más, del todo, no queremos expeler luz, queremos serla, vivirla y arrebatarla. La danza de la realidad no es un nombre azaroso si quisiesen usarlo, de hecho, su precisión como burla de las esperanzas de diversión es claramente alta e irrevocable: Han venido al lugar equivocado si esperaban reír libremente.

El show debe continuar, no hay nombre, ni hombre, ni mujer, que lo detenga, nada importa más allá, la humanidad es terrenal y debe ser aliviada de este pecado natural a su esencia, para eso hemos montado un zeugma para conectar sus ideas, las nuestras, el cosmos, y la fila para entrar y llegar a algún final. Se ha dispuesto todo, sin embargo, no obstante, falta lo más importante, que el espectáculo sea, y así se vuelva espectacular, alucinante, impresionante y asombroso. Libre de ataduras terrenales hasta llegar al momento en que ninguna palabra humana pueda describirlo, libre hasta el momento en que incluso la libertad no pueda definirlo.

El show continúa, mientras espectadores y protagonistas salen en camillas desde la gran carpa, sonrientes...

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