domingo, 18 de mayo de 2014

3.-

En la palestra se han levantado todos los jóvenes desahuciados, no tiene mucho sentido darle demasiadas vueltas a esto, después de todo, son solo jóvenes desahuciados, los miro con verdadera tristeza este jueves, me apena en la profundidad completa de mi existencia momentánea ver como una vidas llegan a su fin tan rápido, es tan corto el amor, tan largo el olvido y tan poco el tiempo para ambos, que me impresiona el seguir insistiendo por el tiempo en que todo se ha acabado. Lo que más me aflige a la hora pensar en estos jóvenes es que hay tantas maneras de morir que tener que elegir solo una es triste, y más aun sí es que no ha habido tiempo para que estos chicos puedan siquiera experimentar o casi experimentar algunas otras. Si bien entretendrán al público con el juego al que estaban obligados, frente a nosotros, como última utilidad para/con el mundo. Ya no hay tristeza ni nada que hacer, todo llega a su fin cuando es su momento, decida quien lo decida, desde las altas nubes o el caluroso centro, cortes de todo el mundo, el patíbulo es la esperanza de la justicia, aún cuando supera la expectativa de logro o de verdadera justicia de cualquier conjunto sabio de jueces.

Más allá de cualquier bien o mal las almas son tan corruptibles, los juicios de valor se quedan cortos ante los ojos que nos miran desde sus cuencas en estos jóvenes, un temor tan humano, tan simple y tan palpable en el aire como sus mismas existencias, me imagino que temen no poder elegir su propia muerte, dentro de tantas posibilidades que se le cierra, tanto que les falta por conocer para entender para donde irían sus cuerpos laxos, quizá los que vivan piensen diferente, tal vez disfruten de elegir sus errores.

¿Cuántas veces te han venido a ver, cariño?...no, no cuentan las visitas del médico o las enfermeras, realmente dejas entrever en tus ojos la soledad de estar sin esperanzas de futuro o de pasado, el porvenir no es más que un cuento que te mantiene suspicaz, aunque es cierto que tu lucha en la palestra contra la desesperanza latente te ha tenido por única perdedora, así como única sobreviviente, quizá la tristeza que antes vi fue el desaliento de que el único aliento que los mantiene es la muerte piadosa en la violencia de esta última utilidad que se les da. Lo importante de la muerte de un héroe es su capacidad de unir pueblos bajo su estela de coherencia y cohesión, no quien fue, no lo que hizo, sino que todo lo que se construya sobre él, como cimiento eterno como la memoria, tan frágil como nuestros estómagos. Tu silencio despliega la sombra de un ejercito de granos de arena dispuestos a dispersarse al primer símbolo de cambio en el flujo, pero no, yo no te vengo a cambiar el flujo, vengo a dañarte con mi piedad.

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