domingo, 15 de diciembre de 2013

Desierto

Mientras me siento en una duna,
en una media luna,
veo como el humo de mi cigarrillo
se confunde con la arena en el aire,
se confunde en el soplo del viento,
tal como ahora debo de parecer
solo un grano de arena,
¿cómo puede hacer tanto frío?
me congelo con el pucho en la mano,
se me escarcha el bigote,
todo está tan solo,
que no me muero por conversar,
me muero por un vaso de agua,
nunca había estado tan relajado,
nunca había estado tan intranquilo,
rezarle a una diosa que me llore,
que me llueva la vida,
tengo un cansancio colgando de los bolsillos,
en las bastillas de los pantalones,
en los zapatos y en los calcetines,
tengo de arena repleta la consciencia,
y los días llenos de deseos flotantes,
de sueños dulces y fervientes
por la fruta que me espera en un oasis,
tanto tiempo sin hablar
me hace confundir sombras de nubes
con personas silenciosas,
personas que se mantendrán calladas,
quizá porque en bocas cerradas
no entra la arena, no se desespera,
no se seca la garganta,
confundo con el humo de mi cigarro
la sombra de una persona,
silenciosa, que quiere entrar por mi boca,
hace frío, soy leña para el fuego,
estoy tranquilo, esperando,
esperando que una sombra me hable,
me pregunte como estoy,
para poder responderle con el silencio,
ese mismo que me dan ellas.

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