lunes, 26 de agosto de 2013

La Vida de los Otros

No nos comunicábamos,
vivíamos juntos,
pero no nos comunicábamos,
nos sentábamos a la mesa,
fumábamos. aspiré. aspiró,
muchas veces a la vez,
pero nunca juntos,
no habían conversaciones,
ni miradas que expresasen
algo siquiera,
que algo quisiera,
no se confunda,
no quiero mostrar queja
o arrepentimiento alguno,
es una manifestación.

Seguíamos llenando el aire
de blanco azulado,
sin acompañarnos,
sin dejarnos solos,
la rígida estructura del agua,
que se congela, se diluye, se disipa,
en el calor de la morada,
se mantenía callada,
siempre hielo, siempre intacta,
¿cómo se va quedando roma
una lengua tan afilada?

Los muros se ennegrecían,
lo oscuro de nuestros ojos
se desgastaba,
mientras se impregnaba en el muro,
en las paredes de una casa,
que se va cayendo por le peso
de los silencios eternos,
exceptuando los tropiezos,
con los años
cada vez más continuos,
los días no pasan,
se van cayendo del techo,
del pelo otrora negro,
hoy gris como mis sueños.

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