martes, 22 de abril de 2014

La Tormenta

¿Puedo entrar?
¿Me das tu permiso?
Es impensable para mí
entrar en tu intimidad,
violentarla libremente,
sin preguntar siquiera,
pero es impensable, también,
quedarme a la intemperie
con este frío, con este viento,
con este sentimiento.

Cuando toco a tu puerta,
lo que no es muy a menudo,
es por algo, siempre es por eso,
aunque no siempre por lo mismo,
vuelvo a esta mampara hoy,
a pedirte que me recibas,
como un visitante esporádico,
aquel que sabes que soy,
aquel que tanto aborrezco
y ese que a veces aborreces tú.

El juego de luces y sombras,
de telas, risas, sonidos al azar,
conversaciones vanas, nunca vacías,
discusiones bizantinas,
análisis profundo de las vidas,
muchas antes que todas las mías,
y otras tantas antes que las tuyas,
todo eso se funde a gris,
a silencio y a balbuceo,
al blanco y al negro.

Después de un tiempo así,
no puedo imaginarme una vida
sin el sonido que hay afuera,
a pesar de eso
la tormenta ya pasó,
nunca definitivamente,
aunque definitivamente
nosotros somos la tormenta.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario