viernes, 11 de abril de 2014

Danza de Sombras

Tengo varias apariencias,
infinidad de armas disponibles,
máscaras por montones,
para una fiesta me visto de sedas,
me escondo entre artimañas,
las de las voces y sus ropajes,
si necesitas que me vea triste,
cambiaré al negro,
me pintaré ojeras,
mi propia forma huérfana
de alcanzar mi voz,
jugando los roles necesarios,
establecidos por las formas,
cortesanas todas ellas,
de una civilización decadente,
recurrente en la imagen
y lejana de la sana alimentación
que necesita la mente,
la informe calma del deseo,
abyecta, oculta al mundo,
que por mundo es triste,
y por triste es una persecución,
una búsqueda interior,
que se pierde entre los pliegues
del traje que me pondré hoy,
aunque me pidas que me desnude,
o más que pedirlo,
me invitas a hacerlo,
pronosticando tu desnudez,
con la certeza del astrólogo,
mientras no se promete nada,
no se cumple nada,
no se suceden los hechos,
y la máscara sonríe impertérrita,
colgando desde el muro,
siendo el rostro de la casa,
vacía en la celebración
de los significados sin significante
y los suspiros explicativos,
en plan consecutivo
entre silencios constantes.

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