domingo, 2 de febrero de 2014

Mesón

Esta noche tu perfil se ve precioso,
ese carácter cargado de problemas,
la profusión con la que fumas
y la constancia con la que bebes
te hace ser simplemente hermosa,
tan natural, tan real, tan tú,
tu brazo me da la bienvenida,
el izquierdo, apoyando el codo,
sosteniendo el cigarro 
entre el índice y el anular,
levemente inclinado sobre el cenicero,
aún hay restos de humo
de tu última bocanada
sobre los restos exánimes de tabaco.
En tu otro brazo hay otro gesto,
la gracia protectora con el vaso,
cuidando maternalmente al cristal,
y más que al cristal, su contenido.
Tu cabello cae desgreñado,
sin toma, ni vaina, ni amarre,
una arma brillando bajo las luces,
lista para enredar cualquier palabra,
volverla vacía, acallarla al instante,
tus ojos se ven luego, oscuros,
perdidos en la infinidad de las botellas,
más allá de la estantería,
tu boca tiene una mueca también vacía,
buscarle un sentido o describirla
sería perder el tiempo,
amasando ideas que volarían,
sin que jamás las tomases,
tal como pasa con el resto de tu cuerpo,
sostenido por lo indefinible,
lo inexplicable, libre e intocable,
independiente de todo,
jamás te diría esto, ni lo hago,
tu gesto es certero en impedir,
en limitar que intercambie palabra,
tú sin nombre, yo exhorto, embelesado,
el silencio es medio firme para este momento.

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