sábado, 30 de septiembre de 2017

Maestro Cantor

Un niño prodigio y todas las culpas del mundo en sus inocentes y empáticos ojos. Es hermoso, para todos, y lo seguirá siendo, no puede ser distinto, con todo lo que significa su presunta perfección. Y por ello vive, arrebatado de sus padres con pena eterna de las memorias infantiles que no debería ningún niño tener...
Y las otras penas, las que le han enseñado a tener, a sentir, a vivir. Toda la vida para servir al resto, porque ese es su talento, no sabe hacer otra cosa; ni siquiera sabe lo que es querer algo, más allá de las canciones que le han calmado el corazón, con los tonos de un amor auténtico y profundo. Y a él no le importa, ¿por qué le importaría si es la única manera que conoce de hacer las cosas?
La piedra fría a sus pies está a punto de dejarlo, y el no sabe que no la volverá a tocar (para aumentar más su tristeza) hasta que esté cerca del final de sus días. Por ahora, el pájaro cantor del emperador solo tiene mucho que aprender, en especial de sí mismo.

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