jueves, 28 de septiembre de 2017

Sobre los problemas

Cargar con el peso de muchos siglos en la espalda de alguien joven. Cargar con todas las culpas, los errores, los sinsabores, los problemas, las caídas, las paradojas y contradicciones, las palabras, las expectativas, las promesas, las sensaciones, los problemas, y un largo etcétera, que no es más largo, de hecho, se escribe igual que todos los etcétera.
Listados interminables de los mismo de siempre, el mismo laberinto para cada persona; somos únicos por las decisiones que se van tomando, llegar a un punto ciego y volver andando, para llegar a otro y hacer lo mismo, hasta que el cuerpo decide, si es que se ha avanzado, si quedarse para siempre o seguir.
Las repeticiones eternas, los bucles temporales, hablar conmigo mismo, la fantasía inigualable de la imaginación, las expectativas incumplidas; somos tan simples y tan complejos, tan humanos, demasiado humanos. Los dioses han huido hace ya mucho tiempo, estamos solos repitiendo con mejor resolución los mismos hechos con diferentes cascarones. La mayoría debe vivir problemas encasillables en similares categorías, no me parecería extraño; lo que me es raro es la profunda falta de perfectibilidad que poseemos en estos casos, como género humano: es lo mismo, pero no podemos hacerlo mejor.
Y a cada generación le pesa más la carga de siglos y siglos de historia, de dudas, de confusiones, de enredos e ilusiones. La memoria genética solo alcanza para los deseos, pero olvida fácilmente las ideas negativas.

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