viernes, 3 de abril de 2015

Cordura

Quiero arrancar mi piedra filosofal de tu interior macilento.
Llevo tiempo ya probando tu fruto inagotable, jamás prohibido, que me encadena, eslabón a eslabón, al proceso que antecede, desesperante e indefectible, a un final violento.
Eres un demonio, precioso en el espacio lleno de vacío que rodea mis memorias, ocultándote entre los meros pretendientes al espacio, evitando su llegada al centro mismo, el espacio donde me oculto yo. Un proceso inagotable, una melodía pretenciosa en su belleza y en su potencial, pretenciosa en la posibilidad.
Quitando la paja molida alrededor y el polvo acumulado en la estantería de los libros que hay que tener y nunca leer, mi propia biografía, aspirando a ser mi historia.
Somos un uróboros al final del día, al final de la vida. Lo somos.

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