domingo, 9 de diciembre de 2018

Cemento y Piedra

Dejaron de funcionar las teclas,
se acabó a cuerda,
se apagó la pantalla
(cuan dependiente somos
de los pedazos de plástico
que nos rodean todo el día),
los sueños se durmieron,
despertaron, a las seis AM
se vieron imposibles
en los vidrios pulidos
del primer piso del edificio
donde está el cubículo
en el que está destinado a morir.

Se terminó el ulular
de aquel pájaro,
solitario en el árbol
que crecía junto a la ventana,
no aguantó más a la ciudad,
a pesar de que ella esperaba,
la piedra y el cemento
saber seguir esperando,
debe haber muerto,
la ciudad lo mata todo,
digiere lentamente
sus huesos, su carne,
solo queda el deshecho,
la escoria más dura.

No quedan dibujos
ni ideas, ni defectos,
ni bocetos, intentos,
fallos, errores;
silencios, siguen
a la felicitación,
son parte de la bocina,
de la radio, la risa estridente,
los gritos furiosos,
la tele, la música, el altavoz,
son silencios,
o intentan ocultarlo,
tienen miedo,
saben que están solos,
saben que todo está listo,
no hay mucho que hacer,
no se puede equivocar,
hagan lo que hagan.

Y lo intentan,

hasta parece que lo logran,

pero la rebeldía simple y solitaria

nunca pudo con el sistema.

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