domingo, 5 de marzo de 2017

Membranzas

Palabras menos.
Sólo tengo palabras menos. Es increíble como las voy perdiendo en todo este tiempo sin escribir. Últimamente recuerdo aquellas que me implicó algún esfuerzo encontrar, recordar, decir, entender y, finalmente, aprehender, como un largo proceso en camino a la comprensión. Cada pequeño punto asido en la gran concatenación de acontecimientos en los múltiples planos de lo que para algunos llaman existencia. Podría sentir la yuxtaposición mejor de lo que soy capaz de entender el cariño.
Al final del día trato de recordar lo que hice durante otros días, más viejos, pero menos que yo. Sólo puedo traer de la memoria acontecimientos más importantes: Esa mañana ocurrió el atentado de las torres gemelas; en esos días se jugó el Mundial de Francia; terremoto en concepción; incendio en Valparaíso, en el sur, en Valparaíso de nuevo. Mis días no son los días, pero entran dentro de estos.
A veces recuerdo lo que es secarme las lágrimas con toda la palma, como si fuese un pañuelo. No, no como si fuese un pañuelo, más bien como una cosa que, a través de toda su extensión y gracias a ella misma, puede contener una lágrima y su marcado camino. Y esas mismas veces recuerdo la forma en que mi mano se quedaba húmeda hasta que todo rastro de la lágrima desaparecía. Esa lágrima englobaba todo en ese momento, y se acababa -el momento y la lágrima-.
Otras veces simplemente ya no recuerdo.

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