martes, 24 de febrero de 2015

De Guardia

Supe que fue él
porque el blanco de sus ojos,
ese blanco en los ojos
de todos y cada uno,
y cada uno tiene un blanco,
un blanco particular
al que lanzar los dardos,
las dudas al respecto
de su ser, su personalidad,
el mejor blanco para acertar.

Sus ojos le delataron,
ojos de vigilia nocturna,
de sueño profundo,
latente, palpable,
enraizada la noche
a las pupilas,
de sueño real,
soñadores y soñados,
somnolientos, también.

Acusado de completa culpa,
fue llevado ante la justicia,
ciega, no pudo ver sus ojos,
y no se levantó cargo,
quedó libre, triste para él,
listo para él,
como siempre, como antes.

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